Si el diablo viste en Prada, Dios come chocolates.

Antes de comenzar:

Este relato es para mi primo, Victor Arjona, quien me enseño que escribir la vida puede transformarla en cuento.

      

     Esta historia trata de un par de zapatos que se convirtiò en una caja de chocolates; de una sesiòn de compras que terminò en terapia afectiva; de un diablo con ojos bondadosos y de los 400 euros que siguen en mi cuenta bancaria pero que, de alguna manera, me pagaron una nueva amistad…

Alguien que no me interesa conocer escribiò que «el diablo viste de Prada».   Fàcil como formula, pero es en una de esas tiendas  que me he encontrado un angel con un par de inmensos ojos azules el cual, con una simple caricia de sus alas, aligerò la carga de mis penas, y esto sin tocar un céntimo de mi cartera…

Hay dias asi:  La vida amorosa se derrumba, la salud se deteriora poco a poco sin poder hacer nada y la moral està por los suelos.   Lo extraordinario es que no se ve al exterior porque la disfrazamos de artificio y, como dicen los franceses, porque «comemos carne de vaca rabiosa» ( divertido como imagen!)…   Poco importa que no se vean; la pena, el dolor y la angustia de como saldremos adelante estàn allì, presentes y tangibles.

Es martes.   Mi jefe me pregunta si no quiero salir a comer en las cercanias de Saint Germain des Près.   Cuestiòn de olvidar, si es posible y sòlo por unos minutos, los problemas que me agobian.   Un cancer del pulmòn, cuando uno no es fumador no parece ser algo justo ni agradable, pero la vida es asì, injusta y a veces desagradable.  

La comida se pasa bien, pero no dejo de observar a la gente en la calle y me pregunto si estàn tan bien como se ven… quiero decir, si la moral, la salud o que se yo se reflejan realmente en sus rostros…   Hay algun mal que los corroe sin que podamos verlo?   Uno nunca sabe a quién tiene enfrente, aùn cuando llevemos años de conocerle.

Una vez la comida terminada, después de una «créme brulèe» y varios cafés, decidimos regresar al taller.   Es aquì que de repente me encuentro frente a la tienda Prada, y allì veo el par de zapatos màs banal que jamàs haya visto.   Un par de mocasines negros con una hebilla plateada bastante parecidos a los que usaba mi padre en los años setenta.   Pero cuando descubro el precio me digo a mi mismo- 400 euros!   Esto debe de curar el cancer!- y este pensamiento hace su camino a mi subconciente, el cual no tiene ganas de molestarse analisando la informaciòn recibida y la pasa de nuevo al conciente, el cual la procesa, pero en primer grado:  Comprar margaritas para el ànimo.

Cuando mi jefe se da cuenta de que me dirijo hacia la puerta de la tienda, jalandome por el brazo me pregunta que a donde voy- A comprar esos zapatos…-.   Aqui comienza la lucha entre si y no, razòn y sentimiento, logica e idiotez.   Al final él se da por vencido, no sin antes decirme – No estoy de acuerdo.   No es ese par de zapatos de abuelo que te van a sacar de la mierda!-.   Poco importa, tengo el dinero y la tarjeta V… Premier solo desea serme ùtil.

Entro a la tienda e inmediatamente soy abordado por una creatura de rostro pàlido, labios y mejillas rosados y ese par de ojos…   Un àngel!   – Puedo ayudarlo en algo?-  me pregunta con una voz algo infantil y llena de amabilidad.    Le explico que quiero los dichosos zapatos en mi talla.   Me dice de sentarme mientras ella va a buscarlos.    Eficaz, la chica me trae los zapatos en menos que lo estoy diciendo y al ponermelos en los pies me enfrento a otra triste realidad:   No me siento mal, ni mejor, al menos no aùn.   Y lo peor es que los zapatos…   no los siento.   Es decir que no me aprietan ni me quedan flojos.   Me van de maravilla.

Este es el momento en que todo lo que puedo sentir dentro de bueno o malo se apretuja dentro de mi cerebro tratando de salir al mismo tiempo y…   Comienzo a derramar làgrimas a las que no recuerdo haber llamado.   La vendedora me pregunta si me siento bien – ça va!- , pero el llanto continua.   -Voy a buscarle un vaso con agua!-   Bebo el agua de un solo golpe y trato de parecer alguien cuerdo, pues soy alguien cuerdo, o no es asì?   – No son los zapatos que arreglaràn sus problemas.   Usted no quiere esos zapatos, ni siquiera los necesita!   Porqé  no prueba comprar chocolates, son màs baratos…-   En ese momanto la observo y, no se si serian las lagrimas o la luz de la calle detras de su silueta que me la hacen ver irreal, luminosa y etherea.   – Ahora vuelvo, creo que tengo una idea!-   Y la acciòn siguiendo a la palabra la veo desaparecer detràs de una puerta.

Un instante después la veo reaparecer con una bolsa de compras con el logo de la tienda impreso.   -Tenga, creo que esto podrà ayudarnos!   Creo que es el simple hecho de salir con un bolso de la tienda que nos hace sentir mejor!-, y diciendome esto me ofrece una de las màs bellas sonrizas que me haya sido jamàs regalada.  

Salgo de la tienda con mis lentes de sol ( que nadie vea que he tenido la humana debilidad de llorar!) y el bolso en la mano.   Mi jefe que me espera en la ezquina me observa de manera severa – Algo tenias que comprar!-  Le entrego el bolso y al abrirlo se da cuenta de que hay dos catàlogos y…   Un chocolate!!!   -Y esto!?- me pregunta sorprendido.   No respondo y tomo el chocolate.   Lo pongo dentro de mi boca y lo dejo fundir por lo que me parece una eternidad, saboreando cada instante, dejando que el placer tome el lugar de la inquietud, embriagandome con el sabor del cacao y…   Comienzo a reir, sin poder explicarme el porque!   Esto no era un chocolate sino un bàlsamo para curar el alma…

Realmente esta niña sabìa lo que decìa.   Aùn si ese chocolate no cambio el rumbo de mi vida y si mi problema no està solucionado, que bien me he  sentido!   Y todo esto a un precio razonable (cero euros!!!) y sin la «cruda» moral del dìa siguiente cuando uno se arrepiente del dinero mal gastado…  Y còmo olvidar ese momento de lujo auténtico cuando, saliendo de la tienda sin haber gastado un céntimo, lucia orgulloso en el extremo de mi mano un bolso de compras con las siglas Prada!

R.A.

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4 Respuestas

  1. Alberto dice:

    La fórmula perfecta para escribir algo de esta altísima calaña es:
    – Todo el tiempo del mundo, aunque para un hombre moderno y ocupado sean tan solo 15 minutos
    – Mucho valor civil para embarrar las tripas ante sepa dios quién, confiando en que caerá en buenos ojos
    – Y por supuesto, algo qué decir.

    Así que conoces al tal Vic Arjona…
    Qué tipazo.

  2. Yu nou ju dice:

    Este relato es como un mensaje dentro de una botella que se lanza al inmenso mar, en este caso el mar de «octetos» que es el ciberespacio.

    Este mundo sería otra cosa si toda la humanidad tuviera los h…os y fuera capaz de poner las tripas en relatos, cartas u otras formas de escritura.

    En cierta película mexicana hay una frase que dice «A coger y a mamar que el mundo se va a acabar».

    Hoy te digo «A escribir y a leer que la vida se nos va».

  3. Yonix dice:

    Excelente que compartas estas líneas retacadas de lo que sientes. Chocolates, sonrisas y muchas risas son más eficaces que la frívola industria que quiere comprar nuestro bienestar con dinero, como si fuéramos a cambiar en algo con un pedazo de cuero y goma.

  4. Ivanius dice:

    Excelente. Me recordó algo de Fernando Savater que leí hace poco: «Por un instante, todo parece ser como siempre debiera ser, pleno, intenso, gravemente alegre: después se desvanece poco a poco, pero nos queda el ramalazo tonificante de lo que hemos sentido durante ese momento. Y ayuda a vivir, vaya que si ayuda.» (http://www.redcame.org.ar/news.php3?id=862). Saludos.

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