Vagabundos
En algún lugar leí o escuché (ya no me acuerdo, la verdad es que suelo recordar las ideas más que a los autores) una frase sobre los vagabundos que decía algo así como “Los vagabundos son felices pero fingen estar tristes para pasar despercibidos, mientras que los que no somos vagabundos fingimos ser felices para no quedar fuera de la sociedad…”.
Resulta que hace algunos días, ya entrada la noche, observé a un vagabundo que dormía junto a un Oxxo. Pensé en otra cosa y al cabo de unos segundos me llamó la atención que junto al vagabundo había un perro que se había despertado y dió algunos pasos para después estirarse y sacudirse. Con curiosidad me di cuenta que el perro tenía puesto un suéter como el que usaba también “su amigo” el vagabundo (¿O debería decir su “dueño”? ¿Los vagabundos tienen “pertenencias”?). Automáticamente pensé: “ese perro es un perro vagabundo”.
Pero inmediatamente me surgieron algunas dudas. ¿Un perro puede ser vagabundo? Un vagabundo decide ser vagabundo y andar de aquí para allá sin hechar raíces en ningún lado, disfrutando de su libertad y saboreando de su soledad o acostumbrándose a ella. Pero, ¿un perro puede decidir ser vagabundo, o sin darse cuenta de que acompaña a un vagabundo le gusta ir de aquí para allá disfrutando de variadas aventuras y paisajes urbanos? ¿Será acaso que un perro vagabundo es más feliz que un perro que vive en cautiverio en la casa de su “amo”?…
Después recordé algunas ideas con sentido común:
– Vive el día de hoy como si fuera el último día de tu vida.
– El tesoro más preciado de un ser humano es su libertad.
– No te obsesiones por la riqueza, vive sólo con lo que necesitas.
– Cuando mueras nada de lo material llevarás contigo.
– En algunas religiones orientales se considera como más “evolucionadas” a aquellas personas que logran hacerse ellos mismos “mutis” con la naturaleza volviéndose parte de ella y dejándose llevar por el ritmo de la vida misma, sin preocupaciones, sin prisas.
– Los amigos verdaderos son los que están contigo en las buenas y en las malas.
Pensé, entonces, que en algunos aspectos los vagabundos y los perros vagabundos no andan tan “perdidos”. Esa noche aprendí una lección en donde no penseé encontrar más que un Oxxo en donde compraría un café…
Contemplar la vida sin preocupaciones, y centrados en el momento que se vive: una filosofía “de vagabundo” que nos obligaría a sacarle todo el provecho posible a cada instante. No me parece nada despreciable… ¡bravo!
Buena reflexión Jorge y como tú también creo que las más grandes lecciones de vida las encontramos donde menos se esperan. Me gustó.