Preguntas ciudadanas
Las votaciones para elegir presidente en México siempre han resultado copiosas. Pero en los últimos sexenios, se han ganado con cada vez menos votos. José López Portillo, candidato único en 1976, recibió casi 15.5 millones de los votos totales. Seis años después, Miguel de la Madrid recibió 16.14 millones de votos. En la elección de 1988, polémica como ninguna otra hasta entonces, Carlos Salinas asumió la presidencia con apenas 9.6 millones de votos, y Ernesto Zedillo ganó la siguiente elección con un repunte notable a raíz de la muerte de Colosio, ya que acumuló un poco más de 17 millones de votos.
Al ocupar Vicente Fox la presidencia, el padrón electoral incluía 59.5 millones de votantes, de los que casi 18 millones eligieron al candidato panista (sobre 37 millones de votos emitidos). Eso fue suficiente para que Fox asumiera el cargo, pero reconoció que a pesar de ser presidente “de todos” no obtuvo el voto de la mayoría de los votantes, y tuvo enfrente un congreso dividido que reflejaba esa falta de cohesión.
En ese contexto resulta cada vez más difícil pensar en el escenario probable de la próxima elección, sobre todo porque parece predecible que quien gane difícilmente lo logrará con una mayoría aplastante, y que quienes pierdan, aun aceptando su derrota, tendrán la fuerza suficiente para considerarse (y ser, en realidad) representantes de un buen número de mexicanos. Ese es el verdadero corazón de la batalla.
La inquietud no se detecta entre los votantes “duros” que son los que siempre eligen a un mismo partido, independientemente del candidato o las circunstancias; tampoco entre los que, perdidas las esperanzas en la eficacia del voto, se han resignado a que “gane el que sea, total todos son lo mismo” y por lo tanto esperan la fecha de votar para anular su voto o sufragar a favor de alguien inocuo, que no obtendrá los votos suficientes para ganar pero puede lograr el registro de un partido.
Hay un tercer grupo que las estadísticas llaman “abstencionistas e indecisos”. Ésos son los que realmente le interesan a los partidos y candidatos, y es a quienes se dirigen las campañas y la publicidad, porque realmente pueden inclinar la balanza en un momento dado, si eligen votar y lo hacen por algún candidato “mayor”.
El padrón electoral de este 2006 registra aproximadamente 71 millones de electores. Hasta aquí, los datos oficiales del INEGI que dan paso a la especulación.
Si el escenario de 2000 se repite (y se mantiene por lo menos igual la tendencia en cuanto al número de votantes efectivos vs el número de votantes registrados), quien gane no obtendrá ni siquiera la mitad de los votos emitidos, aun contando con que la mitad de los electores acudieran a las urnas.
Un “voto duro” equilibrado representaría, así, más o menos 9 millones de votos para cada uno de los tres principales candidatos, suponiendo una base aproximadamente igual para los tres. Esto quiere decir que los que se decidan en este mes por un candidato son los que le darán el triunfo, y que éste no será, de todas maneras, una victoria aplastante.
Ante este escenario surgen varias preguntas, que iremos abordando poco a poco. Las primeras dos: Dado este posible escenario, quien sea que gane ¿tendrá la capacidad necesaria (humildad y sensatez) para aceptar que no representa a todos, aunque sea presidente de todos, y tener una conducta coherente con esa realidad? Más aún: ¿será capaz de mantener satisfechos a los votantes “de último minuto” además de los que efectivamente votaran por él?
No intento responder las preguntas citadas al final sino aumentar las dudas que genera la “democracia” en México. Los pequeños partidos más allá de responder a representar a las minorías (este planteamiento solo plantea la imposibilidad de que sean consideradas pues estos partidos no tienen posibilidad alguna de ganar), son elementos creados en los años del reinado priista para mantener separados y divididos a los opositores. ¿Qué valor agregan pequeños partidos que solo dividen a los mexicanos y eliminan la posibilidad de decidir y exigir a alguien que realmente tiene posibilidades?.
Es triste ver como partidos que merecen los peores insultos como el “Verde Ecologìsta”, un parido a todas luces formado como negocio y que ha dejado ver la “Falta de Calidad Moral” de su niño dirigente, es solo laprueba de que esos pequeños seguirán siendo instrumentos de otros paritdos más grandes que aún los pueden emplear a la antigua usanza priista.
Los invito a ver el comic que dibujó Calderón invitando al voto, está realmente bueno.
http://www.noteolvides.org/paginas/comic1.htm
Una aclaración: el comic está dibujado por Paco Calderón, caricaturista del periódico Reforma… y no es pariente de Felipe Calderón.