El visitante inesperado
Llamé por celular a mi hermana para felicitarla por su nueva nieta, cuando me dijo “¿ya sabes que te vas a hacer de un samoyedo?”
“¿De qué hablas?”
“Uy, ¿no te ha dicho Lucy? Creo que ya la regué. Mejor que te diga ella cuando llegues a tu casa”
Así me enteré de Sam.
Finalmente no resultó ser Samoyedo, más bien un “Spitz Esquimal Americano” — es decir, un perro de esos para jalar trineos, pero miniatura, y sí, parecen Samoyedos chiquitos.
Llegó al condominio por casualidad, parecía llevar una semana perdido, pues estaba muy sucio y con mucha hambre. Mi hija menor, la más animalera de todos (y fanática de los samoyedos) lo rescató.
Mi esposa lo llevó con Mariano, nuestro veterinario de cabecera, quien lo revisó, bañó, alimentó y hospedó por la noche. De esa manera, no estaba en la casa el perrito cuando llegué.
Discutimos, pues dos perros de mediano tamaño y cuatro gatos son demasiados animales para cualquier casa, aún una tan peculiar como la nuestra.
El compromiso fue que ella y Mariano le buscarían casa.
Al día siguiente, a la hora de la comida, recibo una llamada:
“Voy a ir por el perro. ¿Qué opinas?”
“Estoy en contra”
“¿porqué?”
“Porque ya tenemos cuatro gatos y a Maxi. Van a hacer pedazos tu jardín, te vas a estresar y todos padeceremos eso”
“¿Qué hago?”
“Tú decídelo, pero no seré el villano de esta historia”
Cuando llegué a casa esa tarde, mi esposa e hijas habían ido por el perro, que supuestamente se quedaría a prueba.
Juliette me dijo “¿quieres pasear a Sam?”
Batalla perdida si ya tiene nombre el dichoso animal, pensé para mis adentros mientras tomaba la correa.
Un perrito dócil, de mirada inteligente pero triste.
Mariano había comentado que ese tipo de perro es ideal para los niños.
Al pasear a Sam, dejó en claro lo mal educada que tenemos a Maxi, ya que el pasearla a ella normalmente implica gran esfuerzo para controlarla, con frecuentes jalones de correa. Sam obedece a la mínima indicación de correa.
La presentación de los perros fue relativamente tranquila, los problemas generalmente vienen después.
Decidimos dejar la presentación de los gatos para el día siguiente.
Solo Romi lo veía desde la ventana con unos ojos de “¿qué demonios es eso y qué hace en mi casa?”
Bajé a cenar; Sam estaba en la cocina y estuvimos mirándonos un rato en silencio.
¿Donde está tu familia?
¿Te trataban bien?
¿Estás triste por que los extrañas?
¿Temes responder a las muestras de cariño que mis hijas te dan, porque fuiste abandonado?
Me acordé de esa frase hermosa, donde el hombre piensa “si mi perro fuera tantito más inteligente, podría hablar”… el perro piensa “y si tú fueras tantito más inteligente, yo no tendría que hacerlo”
Comentando con Lucy, era claro que no se podía quedar, pues Maxi se puso muy celosa. La cabeza está consciente de lo que tiene que hacer, pero el corazón se resiste.
No lo encerramos en la cocina porque se puso a aullar; con cierto nerviosismo decidimos dejarlo libre por toda la casa; Maxi durmió con Michelle.
A la mañana siguiente, cuando salí de mi cuarto, Sam vino a saludarme, moviendo la cola.
Maldita sea, por eso no quería conocerte. Ya me enamoré de tí, y estoy
consciente de que no puedes quedarte. Pero no quiero que vuelvas a
sentirte abandonado.
Fui a trabajar con pesadumbre; mis hijas y esposa tristes, extrañando al perro antes de que se fuera de la casa.
Cuando llegué en la tarde noche, no estaba el coche de Lucy; asumí que habían pasado todo el día con Sam, y que apenas lo habían llevado de regreso con el veterinario.
Finalmente llegaron, yo estaba preparado para hacerla de padre consolador y el famoso stiff upper lip que me inculcaron en casa. Cual sería mi sorpresa al ver que traían sonrisas de oreja a oreja; “Ya nos fregamos” pensé, seguramente decidieron que se quede el can.
“¿Qué crees?
¡Que la esposa del veterinario se enamoró de Sam, siempre ha querido un perro así y se lo van a quedar!”
“Esteeeem, ¿qué opina el veterinario?”
“Por él, encantado”
“pues… qué bueno, ¿no?”
No deja de sorprenderme el impacto tan profundo que tuvo este perro, que estuvo dos días con nosotros… Otro poco más y sin duda estaría escribiendo del proceso de adaptación a este nuevo inquilino.
Sam encontró un hogar que lo quiere tanto como nosotros lo hubiéramos querido.
Imagino que hay pocas familias que van a visitar al perro del veterinario, pero conozco gente más extraña.
Caray aunque a mi me gustan los animales no puedo negar que no he tenido opción en casa y cada vez que aparece un animal no me queda otra que aceptar aunque siempre opino que no lo quiero.Gracias por tu narración.