Comprendiendo la diferencia entre Cuerpo, Alma y Espíritu
Una pregunta que siempre me hice desde pequeño era: ¿qué es el alma? Sin duda, esta inquietud surgió por las obligadas catequesis que recibí, donde se mencionaba constantemente el alma como una entidad esencial y misteriosa. Reflexionando sobre ello, también surgieron otras preguntas relacionadas con el Cuerpo, Alma y Espíritu, tres conceptos que, aunque mencionados frecuentemente, parecían envueltos en un velo de misterio y complejidad. Este cuestionamiento no solo despertó mi curiosidad, sino que también me impulsó a indagar más a fondo, buscando respuestas que fueran más allá de lo que se enseñaba en las clases religiosas, explorando diferentes filosofías y perspectivas para entender mejor su significado y su impacto en nuestra existencia.
Hoy en día, ya me la compliqué más y quise entender la diferencia entre Cuerpo, Alma y Espíritu. Con sorpresa, me encontré con muchas versiones al respecto. Solamente los católicos tienen dos corrientes: los que creen que “alma y espíritu” son lo mismo (dicotonomistas) y los que difieren, atribuyéndole otra “sustancia” al espíritu (triconomistas).
Bueno, sin ir lejos y dejando una liga a donde hicieron esta pregunta, me limito a copiar la respuesta que me gustó. Es un extracto de un libro llamado “El Cordón de Plata” Lobsang Rampa.“:
Para entender la diferencia de conceptos entre “alma” y “espíritu”, te comparto una perspectiva del budismo tibetano, una de las tradiciones religiosas más antiguas del mundo. Contrario a lo que muchas personas creen y difunden, no estamos en este mundo para rezar con el fin de ganar un lugar en “el cielo”, acumular riquezas o convertirnos en “sabelotodo”. El ser humano, en su esencia espiritual, fue creado puro, sin malicia y sin una conciencia intrínseca del bien y del mal. Aunque esto puede resultar sorprendente para algunos, solo un pequeño fragmento del espíritu, representado como un átomo o “alma”, anima el cuerpo de cada persona. Esta conexión se establece a través del “cordón de plata”, un hilo etéreo de color plateado con un matiz azulado, que enlaza el cuerpo físico con el cuerpo astral (o alma) y, a su vez, conecta este último con el espíritu que reside en la novena dimensión.
Este “cordón de plata” es el canal a través del cual mantenemos comunicación constante con nuestro cuerpo astral y nuestro espíritu, transmitiendo todas nuestras vivencias, experiencias y necesidades. El espíritu aprende y evoluciona a través de todas las experiencias, tanto buenas como malas, que atravesamos en la Tierra.
En síntesis, el espíritu no es lo mismo que el alma. El espíritu actúa como un “titiritero” que envía un pequeño fragmento de sí mismo, el alma, para habitar un cuerpo humano y aprender a distinguir entre el bien y el mal. Nuestros cuerpos son, por tanto, vehículos a través de los cuales el espíritu recoge una diversidad de experiencias. El espíritu tiene la capacidad de proveer al ser humano todo lo que necesita en la Tierra, incluso realizar lo que llamamos “milagros”, siempre que se pida con suficiente fe. Sin embargo, el espíritu no puede ser engañado, ya que aunque podamos engañar a los demás, nunca podemos mentirnos a nosotros mismos. Su única limitación es respetar el “libre albedrío” de las demás personas, ya que interferir con él generaría “karma” negativo.
Al momento de la muerte, el “cordón de plata” tarda unos tres días en desvanecerse y desligarse por completo del cuerpo físico. No obstante, el periodo de confusión del alma o cuerpo astral puede variar ampliamente, desde días hasta siglos, dependiendo de las ideas que la persona fallecida haya asimilado sobre la muerte. Si la persona creía que había ganado el cielo o merecido el infierno, puede experimentar su versión personal de “cielo” o “infierno” hasta que se da cuenta de la falsedad de estas concepciones y su alma o cuerpo astral se traslada a la cuarta dimensión. Ahí, el alma decide si desea regresar para completar el aprendizaje que aún no ha logrado superar.
Para el budismo tibetano, a diferencia de la creencia hindú, un ser humano siempre reencarna como ser humano. Al alma se le llama “cuerpo astral”, mientras que al espíritu algunos autores lo denominan “el súper yo” debido a su gran poder y trascendencia. Esta filosofía subraya que el propósito de la vida es el aprendizaje constante, y nuestro planeta es, en esencia, una gran escuela para el desarrollo espiritual.
Fuente: Yahoo respuestas
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