Cambios dentro y cambios por venir

Que desesperación la que encierra nuestra sociedad y su futuro. Estamos llenos de información, datos y estructuras que nos indican que “no hay esperanza” y no podemos parar de hacer lo que hacemos y como lo acostumbramos. Las grandes instituciones nos ofrecen pan y circo, con condiciones extrañas y manipulantes. La televisión te inunda de publicidad que incluso tratan de dirigir tu razón en términos de “gusto” y “lo correcto”: –Compra mi producto y te sentirás mejor–, –Ven a mi negocio y serás diferente, superior–, –Bebe mi licor y serás socialmente aceptado–. Podemos seguir sin parar y encontrar muchos mensajes que tratan de implantar conceptos en tu mente para “ganar dinero”.
Las instituciones que te dicen, “si existe esperanza en el futuro del hombre”, son las “religiones”, pero cuando profundizas en sus frutos, historia y predicaciones, descubres muchas inconsistencias que solo invitan a retirarse. Su historia tiene errores garrafales, llenas de odio, desrucción, muerte y separación . -Los judíos son el “exclusivo pueblo elegido”–, –Los católicos siguen al Dios verdadero y son poseedores de la única verdad –, –Los musulmanes radicales que pueden suicidarse en nombre de Alá”–. Desde la perspectiva del planeta en el que vivimos, las religiones quizá son las instituciones con “más dinero” acumulado y posesiones, esos que predican “ayuda a los pobres”, ¿Cuanto costará una Mezquita de las que hay en el Cairo?, o una sola estatua de las que posee el vaticano?.
En este mundo existe un solo dios al que sirven “todas” las instituciones, este dios se llama “dinero” (intencionalmente puesto en minúsculas, pero sorprendido que esté por encima de Dios en nuestro quehacer diario).
Es insostenible la ausencia de acciones guiadas por la conciencia o el amor y tantas que están guiadas por situaciones artificiales, valores inventados y necesidades creadas; de las acciones que tiene la sociedad, muy pocas tienen una dirección “honesta” para el hombre y su hogar. Pongo un ejemplo para ilustrar este punto: “El petróleo”, un medio “no renovable” que se terminará, un recurso que hace mucho daño al planeta, contaminando su aire, calentando la atmósfera y ensuciando la tierra y el agua (plásticos y derrames), puede ser sustituído por otros recursos, sin embargo el valor que lo alimenta es su rentabilidad como recurso (mientras dure). Los beneficios del uso del petróleo son claros y lo usamos “diario”, incluso prendiendo un foco (en México el 60% de la luz se produce quemando combustóleos), pero la tierra no tiene dinero y departamentos de marketing que promuevan otras formas y recursos para evitar ser dañada, la tierra solo espera, pero pensar que puede recibir daños sin reaccionar eventualmente sería muy torpe. El petróleo al no ser renovable y dañar el futuro de nuestros hijos (la tierra), se convierte en un absurdo que sigamos usándolo y, sin embargo es imparable. El dinero que genera es mucho, aunque sea de corto plazo. Como el petróleo están tantos otros ejemplos como las armas y su industria, los plásticos y su uso desmedido, la comida chatarra, los refrescos, el alcohol, las drogas; bueno podríamos detallar tantos elementos que nos dañan directa o indirectamente sin embargo los seguimos aceptando, aunque la factura la paguen nuestros hijos y nietos.
Las tres grandes instituciones que sirven al dios “dinero” y su ecosistema son:

Es difícil criticar esto pues la mayoría vivimos dentro de un país con un Gobierno, trabajamos para las empresas y estamos dentro de una religión. De tal forma que “siquiera” darse permiso de cuestionarlo implica cuestionar tu propia forma de vivir.

Existen propuestas serias para conseguir una sociedad basada “en recursos” y no basada en “dinero”, propuestas de gobiernos que devuelven el crédito a personas “moralmente buenas” que podría sugerir una sociedad “Teocrática”, porque es claro que los gobiernos actuales solo sirven a intereses particulares y que “el comunismo” abandonaba ese valor que hoy se mueve en tantas personas que es “el espíritu” por encima de “la materia”. Es este movimiento el que comienza a generar cambios y rompimientos en el interior de muchos, como es mi caso. Y que me obliga a “comenzar de cero” en lo que entiendo y como lo entiendo.

El cambio ya viene y comienza en el interior de cada uno, el cambio tiene que partir de la unión y el amor y nunca más de la separación, dominación y destrucción. El único que puede hacer un reclamo lícito usando medios radicales es la “madre tierra” pero es ella quien decidirá si tendrá (o nó) una reacción de igual magnitud y en sentido contrario a nuestro actuar diario.

“Ama y haz lo que quieras”. Seamos coherentes.

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Eduardo Llaguno

Eduardo ha trabajado por 24 años en muy diversas áreas de TIC con amplia experiencia en administración de proyectos, nuevas tecnologías y como emprendedor.

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