¡A cenar!

Las brasas de la chimenea llegaban a su fin cuando las sombras invadieron el lugar. Por fin cenarían. 

En la habitación de los niños, sólo Monica permanecía despierta, estaba aterrada, no había dejado de ver cosas toda la tarde y mamá ya no dejaba que durmiera con ella. Pensó en lo que le dijo aquella tarde, sobre pensar en cosas bonitas, cosas que amara, y hecha ovillo entre las sábanas, comenzó a llenar su mente de recuerdos y cosas lindas. Se concentró en aquella vez en el parque que persiguió ardillas; sus dibujos y muñecas que la esperaban en casa; su maestra de inglés, que le decía cosas bonitas de sus dibujos; cuando ella y mamá… “Pjjjjjjjj”  abrió los ojos, algo se arrastraba en la sala, se quedó viendo el interior de sus sábanas intentando escuchar algo más y cerró los ojos con fuerza <<Es mi imaginación, es mi imaginación, es mi imag…>>.  “Pjjjjjjjj”. 

—¡Ju!… ¡Ju!… ¡JULIÁN!—.

—¿Qué…?— Contestó el niño adormilado.

—¿Escuchaste eso?—. Apenas le salía la voz, —Hay alguien afuera—.

—Duérmete, Monica—.

—No, en verdad, algo se está arrastrando, no te miento—. 

—Piensa en cosas bonitas, no hay nada, ya duérmete—.

—¿Puedo dormir contigo?—.

“Hum…” Al ser la única respuesta de Julián, Mónica se levantó sobre su cama y saltó para no tocar el suelo, cayendo sobre su hermano. —¡Ay! ¿qué te pasa?—,

Perdón—, contestó la hermana mientras entraba en las sabanas para abrazarlo.

Así pasaron un minuto hasta que “Pjjjjjjj” ambos lo escucharon. Y Julián abrazó a su hermana de vuelta. —Eso si lo escuche—. Mónica comenzó a llorar. —Tranquila, ha de ser mamá—. “Pjjjjj” “Pjjjjj” “Pjjjjj”. —No, no es ma… ma… mamá. Son esas cosas que me estuvieron persiguiendo todo el día, lo sé, lo siento…—. Julian no sabia que decir, estaba seguro de que su hermana estaba imaginando cosas todo el día, pero… <<es verdad ¿por qué mamá estaría arrastrando muebles a esta hora? ella era la más cansada de los tres cuando nos acostamos>>. Mónica seguía llorando y temblaba entre los brazos de Julián. El miedo se multiplicaba, su hermana lo estaba contagiando. “Tak-tak-tak”, ahora algo golpeaba la ventana. “Pjjjjj”, “Tak-tak-tak”, “Pjjjj”, “Pjjjj”, “Tak-tak-tak”… los ruidos no paraban… —Y si… ¿vamos con mamá?—. Pregunto Monica a lágrima tendida.  —Pero… pero… tendríamos que pasar “por ahí”—, dijo Julián, ahora también llorando. “Tak-tak-tak”… “Toc-toc-toc” el ruido nuevo los hizo abrazarse con aún más fuerza, alguien tocaba por dentro del closet. “Toc-toc-toc”… Del mismo lugar del que provenía el ruido nuevo, sonó una voz, una voz ronca y profunda que solo dijo “Ñam, Ñam… Ñam”. En ese momento, una oleada de terror y adrenalina corrió por el cuerpo de Julian, tomó a su hermana del brazo y la arrastró corriendo fuera del cuarto. 

Las sombras bailaban por toda la casa, arrastrando todo lo que había a su paso, para así, sazonar con miedo la deliciosa cena que les esperaba. Un banquete de tres tres tiempos, los primeros dos ya estaban listos, solo hacía falta preparar el último, el más difícil… “¡Tras!” una puerta se abrió de golpe y sus dos alimentos listos corrieron a la habitación donde se encontraba el tercero. Era excelente, eso aceleraría el proceso, la cena ya casi está servida. 

Julian y Monica se metieron en la cama de mamá.—Mamá, mamá—repitieron al unísono sus hijos —¿Qué les pasa? regresen a su cuarto—,

—No, por favor no— le dijo Julián mientras lloraba, —Mónica tenía razón, mamá, hay cosas en la casa, nos despertaron, yo las vi, estan afuera, en la sala—. Los niños abrazaban templando a su mamá. —¡Ay niña!, ya le contagiaste el miedo a Julián—, Mónica no contestó, solo podía llorar. —Están moviendo los muebles, y… y… hay manchas negras moviéndose por toda la sala, solo las vi un momento mientras corríamos a tu cuarto, pero ¡las vi!—. “Toc-toc-toc” alguien tocaba la puerta de la habitación, la madre se sobresaltó, “Pjjjjjj”  lentamente el miedo comenzó a treparla. Tenía que hacer algo, no podía dejarse consumir por el miedo, eso no ayudaría en nada a sus hijos. Se sentó, los niños hicieron lo mismo, se abrazaron los tres y les dijo —Tranquilos, todo está bien—, los niños temblaban a en sus brazos —quiero que respiren, suave, vamos a tranquilizarnos todos—. Ella comenzó a respirar lentamente y sus hijos intentaron imitarla, pero era muy difícil, estaban muy agitados. “Tac-tac-tac”, les comenzó a guiar la respiración diciéndoles cuándo inhalar y cuándo exhalar. “Pjjjjjj” Cuando vio que ya estaban un poco más tranquilos les pidió que centraran su atención en el corazón, y pensaran en cosas que los hicieran sentir bonito, en el amor que se tenían mutuamente y cualquier cosa hermosa que les dijera su corazón. “Pjjjjjjjj” “Tac-tac-tac” “Pjjjjjj” “Toc-toc” —¿Recuerdan el día que llegó el perro a la casa?—, sus hijos asintieron —evoquen ese día, piensen en las cosas que sintieron ese día y traten de sentirlas nuevamente—. Los niños dejaron de temblar. —Ahora, imaginen una burbuja, del color que quieran, uno que les de seguridad, imaginen que estamos dentro de esa burbuja, nos protege—. Una gran paz comenzó a esparcirse entre ellos —Los amo—. Los sonidos habían desaparecido. 

El delicioso aroma a miedo se desvanecía, permanecía únicamente una pequeña estela. No era posible, no era concebible, no, no, NO. Su cena se echaba a perder, había que actuar rápido, con fuerza… 

Los tres seguían abrazados, tranquilos. Era una experiencia hermosa lo que sentían, muy contrastante a los acontecimientos que vivieron minutos antes. 

Julián y su mamá estaban sintiendo de manera intensa el amor, todo miedo había desaparecido, solo existía ese momento, como si nada hubiera pasado. En cambio, Mónica, ya estaba tranquila, esforzándose por ver una burbuja rosa, pero le costaba, le costaba mucho, no dejaba de pensar en las sombras y en los ruidos.

“Cronch, cronch” el suelo de madera crujía fuera de la habitación. Mónica se sobresaltó volteo a ver a su familia buscando una mirada que confirmara que no había sido su imaginación, pero ambos, madre y hermano, dormían. “Cronch, cronch” poco a poco, el miedo volvía a crecer dentro de ella, más grande, más fuerte… “cronch, cronch, cronchcronchcronchCRONCH” “TRAS” la puerta se abrió de golpe. 

Julián despertó por el ruido de la puerta cuando su hermana comenzó a gritar, no entendía lo que veía, era como si la arrastraran, pero no veía nada.   Monica azotó al caer de la cama y fue arrastrada fuera del cuarto. —¡MONICA!—. Grito su mamá, la cual salió corriendo detrás de ella, y al estar a punto de salir del cuarto se paralizó, grito de dolor, haciendo que a Julián se le helara la piel. —¡MAMÁ!—. La madre fue a estrellarse contra el techo para después ser arrastrada a la sala. —¡MAMÁ! ¡NO!—. Nunca había sentido algo tan feo en toda su vida, corrió detrás de ella. Al salir de la habitación pudo ver como su hermana era devorada por la chimenea, mientras su madre era arrastrada fuera de la casa. Fue la última vez que las vió. Un momento después, algo tan frío que quemaba lo abrazo por las piernas y fue arrastrado a su habitación, las puertas de su closet se abrieron y Julián conoció lo que era realmente la oscuridad de “lo desconocido”.

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