Adaptación teatral: “EL IMPERIO”

Adaptación teatral: "EL IMPERIO"

Adaptación teatral: “EL IMPERIO” es una adaptación moderna de “Los Persas” de Esquilo, que refleja el paralelismo entre el antiguo imperio persa y el actual poder militar estadounidense.

Personajes principales:

  • CORO DE VETERANOS (equivalente al Coro de Ancianos Persas)
  • ELIZABETH (equivalente a Atosa, la reina madre – una influyente ex Primera Dama)
  • UN REPORTERO DE GUERRA (equivalente al Mensajero)
  • EL ESPÍRITU DE JOHN (equivalente a la sombra de Darío – un respetado ex presidente)
  • WILLIAM (equivalente a Jerjes – el actual presidente)

Estructura:

  • La acción transcurre en Washington D.C., específicamente en el National Mall
  • El coro está formado por veteranos de guerras anteriores que ahora son asesores del gobierno
  • La obra mantendría la estructura original con prólogo, párodos, episodios y éxodo

Elementos modernos a incorporar:

  • En lugar de barcos, la derrota militar involucraría alta tecnología: drones, ciberataques, etc.
  • Las comunicaciones serían a través de transmisiones satelitales y redes militares
  • El “puente sobre el Helesponto” se convertiría en el despliegue arrogante de un escudo antimisiles
  • Los presagios y sueños se transformarían en análisis de inteligencia ignorados

La escena se desarrolla en el National Mall de Washington D.C. Al fondo se ve el Capitolio y el Memorial a Lincoln. Un grupo de veteranos de alto rango, vestidos de civil pero con distintivos militares, forma el CORO.

CORO
 
Aquí estamos los fieles, los consejeros de la nación
 más poderosa que ha conocido la Tierra.
 Se nos confió la custodia del Pentágono
 mientras nuestras fuerzas marchaban a la guerra.
 William, nuestro presidente, hijo del respetado John,
 ordenó el despliegue más grande de la historia moderna.
 Mi corazón se agita con oscuros presentimientos –
 toda nuestra fuerza militar, nacida del poder industrial americano,
 está ahora muy lejos de casa.
 Ni un solo satélite, ni una transmisión cifrada nos trae noticias.

Los pasillos del Pentágono y las salas de la CIA quedaron vacías
 cuando partieron: generales en sus centros de mando móviles,
 pilotos en sus cazas invisibles,
 marines en sus transportes blindados,
 todos formando una marea de acero y tecnología.


PRIMER EPISODIO

Entra ELIZABETH, ex Primera Dama, vestida con elegancia sobria. El CORO se inclina en señal de respeto.

CORO
 
Aquí viene quien fue la luz de esta nación,
 madre de nuestro presidente, viuda del gran John.
 ¡Salve, Elizabeth, la más respetada entre todas las mujeres de América!
 Esposa de un presidente, madre de otro,
 si es que los dioses no han abandonado a nuestras fuerzas.

ELIZABETH
 
Por eso he dejado mi residencia en Massachusetts,
 la casa que compartí con John.
 La ansiedad me corroe el alma –
 les hablaré con franqueza, viejos amigos,
 pues temo que nuestra gran riqueza
 se desvanezca como polvo en el viento
 y que todo lo que John construyó
 se derrumbe en un instante.
 Un doble temor me persigue:
 ¿puede una fortuna sin sus guardianes mantener su grandeza?
 ¿Puede un líder sin recursos mantener su poder?

El CORO se acerca más a ELIZABETH

CORIFEO
 
Como leal servidor de esta tierra, habla sin reservas.
 Tus preocupaciones son las nuestras,
 y nuestro consejo está a tu servicio.

ELIZABETH
 
Desde que mi hijo ordenó el despliegue de nuestras fuerzas,
 las pesadillas no me dan tregua.
 Pero anoche tuve una visión más clara que nunca.
 Permítanme compartirla:
 Soñé que dos mujeres aparecían ante mí,
 una vestida con los colores de nuestra bandera,
 la otra con ropas más antiguas, del Viejo Mundo.
 Eran hermosas, de una estatura imponente,
 hermanas por su origen pero con patrias distintas:
 una habitaba en Occidente, la otra en Oriente.

Mi hijo apareció intentando someterlas a ambas,
 las unció a su carro de guerra – pero no eran caballos
 sino naciones lo que pretendía domar.
 Una se sometió al yugo con docilidad,
 orgullosa del arnés tecnológico.
 La otra se rebeló, destrozó las riendas digitales
 y arrastró el carro hacia el abismo.
 Vi a mi hijo caer, y entonces John,
 su padre, apareció mirándolo con pena
 mientras William se rasgaba su traje presidencial.

Pausa tensa

CORIFEO
 
Tu sueño es inquietante, pero no dejes que el miedo te domine.
 Acude primero a Dios con tus plegarias,
 y si has visto algún mal presagio, ruega que lo aleje.
 Que lo bueno se cumpla para tu hijo, para ti,
 para la nación y para todos los que amamos.

ELIZABETH
 
Pero hay algo más…
 Esta mañana, al despertar, mientras realizaba
 mis oraciones matutinas en la capilla privada,
 vi un águila siendo atacada por un halcón.
 El águila, nuestro símbolo, no se defendía,
 solo se acurrucaba, permitiendo que le arrancaran las plumas…

Se escucha un estruendo lejano. Las luces parpadean.

Las pantallas del fondo comienzan a mostrar interferencias. Entra precipitadamente un REPORTERO DE GUERRA, con equipo de corresponsal y chaleco antibalas manchado.

CORIFEO
 
Por su forma de correr, por la urgencia en sus pasos,
 este hombre trae noticias. ¿Buenas o malas?
 Pronto lo sabremos.

REPORTERO
 
(Jadeando)
 
¡América! ¡Todo nuestro poder… destruido!
 Nunca pensé que tendría que reportar algo así…
 Todo nuestro ejército… Debo decirlo:
 ¡Nuestras fuerzas han sido aniquiladas!

CORO
 
(Varios veteranos a la vez)
 
¡Horror! ¡Horror! ¡Qué desastre!
 ¡Lloren, veteranos de América!
 ¡Al oír tal catástrofe!

REPORTERO
 
Y no solo eso… yo lo vi con mis propios ojos.
 No son rumores ni información de terceros.
 Nuestros satélites caídos, nuestros drones hackeados,
 toda nuestra red de comando convertida en chatarra digital.

ELIZABETH
 
He estado en silencio, paralizada por el horror.
 Esta desgracia supera las palabras…
 Pero debo preguntar: ¿Cómo empezó todo?
 ¿Cuántas fuerzas tenía el enemigo?
 ¿Qué pasó con nuestro sistema de defensa antimisiles?

REPORTERO
 
No fue el número, señora.
 Ellos tenían menos naves, menos tropas…
 Pero algún demonio vengador, algún virus informático
 volvió nuestras propias armas contra nosotros.

Las pantallas del fondo muestran ahora imágenes fragmentadas del desastre.


SEGUNDO EPISODIO

REPORTERO
 
Todo comenzó con una falla en los sistemas de comunicación.
 Al principio pensamos que era un simple error técnico,
 una interferencia menor en la red de satélites…
 Pero era una trampa.

Nuestros sistemas más avanzados comenzaron a fallar:
 primero los drones se volvieron contra nuestras propias tropas,
 luego los misiles guiados perdieron su rumbo,
 los portaaviones quedaron ciegos,
 y el sistema de defensa se convirtió en una prisión digital.

ELIZABETH
 
¿Y nuestro hijo? ¿Dónde estaba William durante todo esto?

REPORTERO
 
El Presidente… (pausa) sobrevivió.
 Lo vi en el centro de mando móvil, sobre una colina,
 observando cómo nuestro ejército de un trillón de dólares
 se convertía en chatarra inservible.
 Cuando los últimos cortafuegos cayeron,
 cuando las últimas defensas se desmoronaron,
 se arrancó sus insignias de comandante en jefe
 y gritó hasta quedar ronco.

CORO
 
¡Oh, orgullo de nuestra nación!
 ¡Sistemas autónomos en los que confiamos!
 ¡Inteligencia artificial que creíamos invencible!
 Todo reducido a líneas de código muertas.

ELIZABETH
 
¿Cuántos hombres perdimos?

REPORTERO
 
La lista de los caídos llenaría una base de datos entera.
 Los nombres más brillantes de nuestras fuerzas armadas:
 El General Matthews, atrapado en su propio búnker automatizado.
 El Almirante Peterson, cuando su nave insignia perdió el control.
 La Coronel Rivera, mientras intentaba recuperar el control manual.
 Toda una generación de líderes militares… perdidos en un parpadeo digital.

Las pantallas muestran ahora códigos de error y sistemas fallando en cascada

CORO
 
(Lamentación colectiva)
 
¡América, América!
 Tus torres de cristal y acero siguen en pie,
 pero tu poder se ha desvanecido.
 ¡Quién hubiera pensado que nuestras propias armas,
 esos hijos digitales que creamos con tanto orgullo,
 se volverían contra nosotros!

ELIZABETH
 
Debemos consultar con quien mejor conocía el peso del poder.
 John, mi esposo, vuestro antiguo líder…
 Su espíritu debe ser invocado.
 Él entendía los límites, la prudencia necesaria.

Elizabeth se acerca al Memorial de Lincoln, que ahora sirve como punto focal para la invocación

ELIZABETH
 
Traeré las ofrendas modernas:
 Documentos desclasificados de su época,
 memorandos que nunca vieron la luz,
 decisiones que cambiaron el curso de la historia. Mientras, inicien la invocación.

CORO
 
(Cantando solemnemente)
 
Desde los pasillos del poder donde ahora habitas,
 desde las sombras de la historia donde descansas,
 John, arquitecto de nuestra grandeza pasada,
 emerge y escucha nuestro lamento. Tu hijo ha llevado tu legado al precipicio,
 la soberbia tecnológica nos ha cegado.
 ¡Aparece! ¡Muéstranos el camino!

Las luces parpadean. Las pantallas muestran imágenes de presidentes pasados. Una figura emerge entre las sombras: es JOHN, vestido con un traje clásico de los años 60.


TERCER EPISODIO

JOHN aparece como una figura imponente pero cansada, su presencia domina la escena

JOHN
 
Fieles servidores de América, veteranos de tantas guerras,
 ¿por qué perturban mi descanso eterno?
 Escucho los lamentos de mi nación
 y veo a mi esposa derramando lágrimas amargas.

ELIZABETH
 
John, nuestro imperio tecnológico se desmorona.
 Tu hijo, nuestro hijo, quiso superar tu legado
 confiando todo nuestro poder a las máquinas,
 a la inteligencia artificial, a los sistemas autónomos.

JOHN
 
(Con pesada resignación)
 
Ah, la hybris del Silicon Valley…
 En mis tiempos, cuando enfrentamos la crisis de los misiles,
 era el juicio humano lo que importaba,
 la prudencia, la diplomacia calibrada.
 Díganme, ¿qué desastre ha provocado esta vez
 la arrogancia del poder digital?

CORIFEO
 
Todos nuestros sistemas, las redes neurales militares,
 los drones autónomos, la ciberdefensa…
 Todo fue hackeado, vuelto contra nosotros mismos.
 El enemigo encontró el talón de Aquiles
 de nuestra supremacía tecnológica.

JOHN
 
(Con amarga sabiduría)
 
La soberbia siempre precede a la caída.
 Creímos que podíamos digitalizar la guerra,
 hacer que las máquinas tomaran las decisiones
 que solo el corazón humano puede sopesar. ¿Dónde está William? ¿Dónde está mi hijo?

Las pantallas muestran ahora escenas caóticas de Washington

ELIZABETH
 
Viene en camino, derrotado, su traje presidencial hecho jirones. El Air Force One tuvo que aterrizar de emergencia cuando los sistemas fallaron.

JOHN
 
Escuchen todos, porque el tiempo de mi presencia es breve: El poder verdadero no reside en los algoritmos ni en la capacidad de destrucción automatizada. El poder está en la prudencia, en conocer los límites, en entender que ningún imperio es invencible.

(Se escuchan helicópteros acercándose)

JOHN
 
William se acerca. Siento su desesperación. Elizabeth, cuando lo veas, no lo culpes. Ya bastante peso lleva sobre sus hombros. Y ustedes, veteranos, recuerden: América sobrevivirá si recuerda que su fuerza no está en sus máquinas, sino en su pueblo.

Entra WILLIAM, su traje está desarreglado, su rostro muestra el peso de la derrota

WILLIAM
 
(Al ver el espíritu de su padre)
 
¡Padre! ¡He destruido tu legado! Confié todo nuestro poder a las máquinas, creí que la tecnología nos haría invencibles. ¡Qué error! ¡Qué terrible error!

JOHN
 
Hijo mío, la hybris siempre tiene un precio. Convertiste la guerra en un videojuego, la muerte en líneas de código. Olvidaste que detrás de cada decisión debe haber un corazón humano que pese las consecuencias.


ÉXODO FINAL

Las pantallas muestran imágenes de ciudades americanas, donde la gente comienza a reunirse en las calles

WILLIAM
 
(Cayendo de rodillas)
 
¿Qué queda de nuestro poder?
 Los sistemas han caído, los satélites están ciegos,
 las redes militares son cementerios digitales.

JOHN
 
(Su imagen comenzando a desvanecerse)
 
Queda lo que siempre ha quedado:
 La capacidad de aprender de los errores,
 de levantarse después de la caída.
 América no son sus máquinas, hijo mío,
 sino su gente, sus ideales, su humanidad.

ELIZABETH
 
(Acercándose a William)
 
Levántate. Aún hay una nación que guiar,
 aunque sea por caminos más humildes.

CORO
 
¡Escuchen! Las campanas de Washington doblan,
 no por la muerte del imperio digital,
 sino por el nacimiento de una nueva sabiduría.
 Que esta derrota nos enseñe
 que ningún algoritmo puede reemplazar
 al juicio humano, a la compasión,
 a la prudencia que nace de la experiencia.

WILLIAM
 
(Levantándose lentamente)
 
Padre, madre, pueblo mío…
 Hemos pagado un precio terrible por mi arrogancia.
 Pero mientras quede un solo ciudadano en pie,
 mientras nuestros ideales sobrevivan,
 América no habrá caído.

El espíritu de JOHN desaparece. Las luces comienzan a cambiar, sugiriendo el amanecer

CORIFEO
 
Así termina el sueño del imperio digital,
 y comienza la era de la sabiduría recuperada.
 Que las generaciones futuras recuerden:
 el poder sin prudencia es una maldición,
 y la tecnología sin humanidad, un arma
 que siempre se vuelve contra sus creadores.

(Todos salen lentamente mientras las pantallas se apagan una a una)

FIN

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Eduardo Llaguno

Eduardo ha trabajado por 24 años en muy diversas áreas de TIC con amplia experiencia en administración de proyectos, nuevas tecnologías y como emprendedor.

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